martes, 9 de agosto de 2011

¿Cómo supiste eso? Una reflexión sobre lo recordado.

por: Olmo Torres

Si bien estaba en vacaciones, seguía en mi tarea de científico social; yo hacía una suerte de etnografía sobre mis amistades mientras le daba vueltas al cerdito en el asador, la refrescante bebida que me ayudaba a soportar la pesada y despreciada tarea de la parrilla, me recordó algunos rituales indígenas del amazonas colombiano, en los que una bebida especial para un ritual específico une al grupo y permite ciertos comportamientos que de otra manera ó en otro contexto nunca se darían, en esto me di cuenta que todos los que iban entrando repetían el mismo comportamiento casi ritual : saludaban a Carlitos -el anfitrión-, le daban un abrazo muy efusivo y ponían sobre la barra alguna bebida -fermentada o destilada- o en su defecto alguna

chuchería para picar, después saludaban al resto de la concurrencia con una elegancia que difícilmente usarían en su oficina, luego se adueñaban de una parte del patio e iniciaban charla con un grupito, dividiendo la reunión en varias pequeñas reuniones cada uno con una bebida en una mano y algún bizcocho de achira, un alfandoque, insulso de arroz -chucherías- en la otra para hacer la espera -de la finalización de mi tarea con la carne- mucho más corta.

Los temas de conversación eran recurrentes, los chistes muy similares a los que yo -cuando niño- escuchaba en los asados de mis tíos, veía muchas cosas en común con lo que yo esperaba que fuera un asado. Cada cierto tiempo había una especie de intercambio entre los pequeños grupos, uno de sus componentes salía del grupo iba a la barra, se aperaba de chucherías y líquidos y volvía a otro grupo, de manera que todos iban cambiando paulatinamente de compañeros de espera.

Está claro que es imposible comer asado todos los días, no por las implicaciones en salud, sino por las responsabilidades que nos pone el día a día, pero aunque sea una práctica esporádica le da sentido a nuestro mundo (Chartier and Cochrane 1988).

Los apellidos que tenemos, la forma en que nos vestimos y las fiestas que celebramos hasta expresiones que repetimos o gestos van de alguna manera consolidando las características básicas de un pueblo, van haciendo tejidos que permiten representar cosas, en el sentido de ser un sistema de concepciones expresadas en formas simbólicas por medio de las cuales la gente se comunica, perpetúa y desarrolla su conocimiento sobre las actitudes hacia la vida(Geertz 1973).

Así mismo se van fortaleciendo estas marcas identitarias de cada cultura con el paso de generaciones, porque se van reforzando con los comportamiento de cada uno de los componentes de una sociedad; Mateíto -unos de los pocos niños en el asado- seguramente hará uno muy similar cuando sus él y sus amigos quieran celebrar algo. ¿Cómo se genera este habitus? (Bourdieu 1987)

¿Por qué heredamos ciertas costumbres?¿cómo transmitimos ese conocimiento a las generaciones por venir?¿existe un manual con lo que debemos hacer para ser parte de una cultura?¿tendría sentido un mundo sin asados?

¿Cómo sabrán en el futuro sobre las cosas que pasaban en un asado? Este documento no será evidencia, es probable en ese entonces haya estudios etnográficos ó comparativos sobre el asado y la vida diaria de inicios de s. XXI , pero con toda seguridad Mateíto, no revisará esos documentos para planear su asado. ¿Cómo podrá organizar el asado?¿cómo sabrán sus amigos cuál es la dinámica del asunto?¿cómo podrían recordarlo en un contexto histórico dónde ya no se suele leer en voz alta?

Las fuentes tradicionales -consideradas alimento básico de la historia- han sido revaluadas, no podemos negar -por ausencia de documentos- los desarrollos históricos de un pueblo, pero resulta que el trabajo con las fuentes, abren el panorama al dejar claro que hay mucho más allá de la página impresa, finalmente es una casualidad que se haya tenido la tecnología y las ganas para dejar una evidencia para el futuro, es decir todas nuestras actividades diarias dejan huellas, -prácticamente todo genera residuos que le servirán a un arqueólogo en 2000 años- unas más duraderas que otras y esto es lo que en muchas culturas indígenas con antiquísimos procesos de tradición oral, ha permitido que permanezcan relatos muy ricos sobre hechos que desde el positivismo se llamarían documentados, por ser coincidir con lo consignado en documentos, pero que se tomarían como meros relatos al ser tradiciones indígenas. Las fotos se han tomado como otras fuentes de información valiosa, de ellas se pueden deducir muchas cosas teniendo un conocimiento técnico de la foto -el documento- y del contexto de la misma (Burke 2008).

El amazonas alberga un sinfín de historias que no generaron un archivo de papel propio de sus habitantes, pero si hay una memoria, que se mantiene por muchas generaciones con una precisión asombrosa para nuestra lógicas occidentales. Hay una cantidad inmensa de documentos comerciales, novelas, y otros textos sobre -por ejemplo- la explotación del caucho por parte de la Casa Arana. Mucho se ha dicho/escrito sobre el tema pero el tema, que ha sido recientemente puesto en el candelero, estuvo vedado en la comunidad Witoto, por lo que implicaba recordar momentos tan amargos de su historia. Aún así, hoy quiénes se han atrevido a recordarlo, -Custodio Joinanama, Fany Kuirú y Bernardo Valverde- sin haberlo leído de los historiadores occidentales pueden dar cuenta del fenómeno cauchero con precisión, siendo precisión una categoría debatible.

Sobre la memoria y las tradiciones en el pueblo Witoto, Custodio Joinama1 afirma:

Mire a ver lo que pasa que cuando se refiere a la narraciones tradicionales, como en la que el otro llama narraciones, leyenda, mitos, todo eso, eso tiene un ingrediente pequeño, uno como humano conoce, pierde la memoria y si uno repite dos o tres veces ya no repite ni la primera, porque ese ejercicio de sostener la claridad de manera secuencial y en todo los tiempo es complicado, resulta que para la conservación de punto y coma, decimos hay que prepararlos con unas ciertas plantas estimulantes al conocimiento y eso hace que esa narraciones [se] sostengan bien intactas como tal de generación en generación, ahora digo porque estamos en este lío, por ejemplo, para poder aprender todas esas leyendas ,todo esos mitos y ritos hay que someter primero al joven a un proceso de formación a través de tres plantas, de pronto alucinógenas diría yo, que es Nimairague, que es Gareuta y que es Jificobre son tres elementos básicos para llegar a eso, para eso cada uno tiene sus tiempos precisos para conservar y aprender de memoria, cuando usted llega al último es cuando ya comienza a contarle a ustedes toda la historia, todo, y usted como humano no lo va a aprender porque es muy difícil, la persona que dice que eso de aprender es fácil, eso está mintiendo. A través de esos brebajes es que usted aprende, cuando usted quiere repetir de nuevo igualito o de pronto tan idéntico como la anterior, usted llega y conjura un ambil especialmente para usted, un ambil especialmente para eso no lo utiliza si no la persona que lo carga nada mas, la persona chupa eso y por sí solo se le devuelve todo el rollo que quiera, por eso se conserva intacto, eso no se modifica, ese es el primer grupo que se nos esta despareciendo ya2.

Al interior de la cultura Witoto, es muy reciente la construcción de textos escritos, digamos a la lógica occidental, sus tradiciones orales, en diferentes clanes, mantienen testimonios muy similares, que investigadores como Pineda Camacho, han corroborado con su juicioso trabajo en fuentes. El ambil es eje en la construcción de estas memorias de larguísima duración, no dudo de los poderes mágicos de este preparado de hierbas, pero sus usos, siempre alrededor de un servidor de ambil, en un momento específico en la Maloca, convocan muchas voces que podrían perfeccionar la construcción de esos relatos tan duraderos y acertados. El jefe de la Maloca, apoya la construcción de otras Malocas, en una tarea de reciprocidad pagada con ambil, que a su vez implica un sentarse a consumirlo compartiendo relatos, memorias, historias (Londoño Sulkin 2004).

Documentos en archivos como el AGN, mostrando corrupción sobre el tema del caucho, en el Putumayo de los años 30 del s. XX, nos dejan prueba fehaciente, de la precisión de las tradiciones orales Witoto.

Ademas en Loreto la vida institucional ha estado siempre en manos de Arana y su grupo. En años anteriores la casa tuvo recursos para hacerse absorbente, dominadora y temida. La influencia de su oro se ha hecho sentir en todas partes. Hoy mismo en la crisis en que se encuentra agobiada por una deuda que pasa de setenta mil libras peruanas (Lp. 70.000). La Casa Arana, con el apoyo de los gamonales de Iquitos, parientes casi todos de Julio C. Arana, actual senador por Loreto, forman algo como una oligarquía con influencia decisiva en el Departamento. Conocido esto, es fácil comprender que para el Putumayo solo se hayan nombrado Comisarios adictos a la negociación de Arana.

Con The Peruvian, a más de las dificultades que surjan por la protección de indígenas, se presentaran también problemas de otra índole por la aplicación de leyes pertinentes sobre explotación de bosques nacionales, contrabando de licores, de armas, municiones etc.etc3

Este testimonio de 1933, es una carta sobre el ya conocido sistema de negocio de la casa Arana, que para la época causó un revuelo internacional. Trabajos como el de Casement(Great Britain. Foreign office. [from old catalog] and Casement 1912), que recientemente se retomaría en libros como El sueño del celta, han dejado para la esta lógica occidental vetas enteras de documentos. Casement condenado a la horca por traición a la Corona Inglesa, recorrió la zona cauchera haciendo denuncia sobre la complacencia de su gobierno a estos genocidios incentivados por la crueldad desmedida de la Casa Arana y su ambición (Casement, Knott et al. 1917).

La percepción sobre la selva ha cambiado, ya no es el paraíso verde de Humboldt y los naturalistas que recorrieron esos ricos parajes, ahora es el infierno verde elaborado por Rivera en su obra La Vorágine (Rivera and Pachón Farías 1991), documentado en archivos de Funes4, testimonios de indígenas Muinanes y sus trabajos etnográficos con los Witoto, en el llano y la selva, por los ríos Negro, Orinoco, Atabapo (Rivera 1929).

Atrevido como suena, con certeza creo que Mateíto mostrará el poder de la tradición oral cuando en 20 años, haga un asado con sus amigos y nos muestre, con una precisión increíble como es que se hacían estas reuniones hoy. Seguramente los Witoto, han podido entender esto como su forma de mantener su memoria, para nosotros será una cosa aparentemente irrelevante, pero cuando esté consignada en un estudio de vida diaria, veremos la importancia del parrillero en los tejidos sociales de nuestra comunidad. ¿Por qué no podemos creerle a las otras fuentes?¿por qué la tradición oral nos parece científicamente frágil?

No sé si algún alcancemos a dominar -como “occidentales”- las estructuras para memoria de pueblos como el Witoto, pero está claro que de alguna manera las replicamos, ¿no sería de alguna manera el ambil que potencia la memoria, un ritual como un asado?¿no sería el parrillero -así como el lector en voz alta- el personaje que facilita el proceso fijación de una memoria construida en grupo?

Por eso invito a todos los positivistas a un asado a mi casa, estoy seguro que ninguno lo olvidará.








Bibliografía

Bourdieu, P. (1987). Choses dites. Paris, Editions de Minuit.

Burke, P. (2008). What is cultural history? Cambridge, U.K. ; Malden, MA, Polity Press.

Casement, R., G. H. Knott, et al. (1917). Trial of Sir Roger Casement. Edinburgh and London,, W. Hodge & company.

Chartier, R. and L. G. Cochrane (1988). Cultural history : between practices and representations. Ithaca, N.Y., Cornell University Press.

Geertz, C. (1973). The interpretation of cultures : selected essays. New York,, Basic Books.

Great Britain. Foreign office. [from old catalog] and R. Casement (1912). Correspondence respecting the treatment of British colonial subjects and native Indians employed in the collection of rubber in the Putumayo district. London,, Pub. by H. M. Stationery off., printed by Harrison and sons.

Londoño Sulkin, C. D. (2004). Muinane : un proyecto moral a perpetuidad. Medellín, Colombia, Editorial Universidad de Antioquia.

Rivera, J. E. (1929). La vorágine. Nueva York,, Editorial Andes.

Rivera, J. E. and H. S. Pachón Farías (1991). José Eustasio Rivera intelectual : textos y documentos, 1912-1928. Neiva, Colombia, Universidad Surcolombiana.

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